La plata es un metal precioso, casi blanco al ser pulido. Al igual que el oro para limpiarlo de impurezas necesita pasar por un horno a mil grados aproximadamente y es cuando a esa temperatura las impurezas se consumen.
Es la manera en que el Señor quiere que estemos; limpias para usarnos.
Vasijas de plata eran usadas en lugares importantes, en palacios y en el Templo.
En Hebreos 9, 19-22 “Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”
En los tiempos de Moisés, las Vasijas de plata se usaban para contener la sangre de los corderos como símbolo de la redención que un día tendríamos con la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Nosotras somos esas vasijas que recibimos la preciada sangre para redención.
La plata es resistente a la corrosión.
Esta característica nos dice qué la esencia del cristiano permanecerá.
La plata puede empañarse y perder su brillo.
Cuando la plata se empaña para devolverle el brillo se necesita de agua y sal. Si nosotras no hemos estado brillando en nuestro servicio al Señor sino siendo de deshonra como lo fueron las vasijas del templo en manos del rey impío Belsasar; arrepintámonos, pero no nos apartemos de la iglesia que es la sal de la tierra y no dejemos de escuchar la palabra que es el agua de vida.
Como Pablo corramos la carrera al supremo llamamiento mostrando la luz de Cristo en nuestras vidas, viviendo el evangelio porque la sangre de Cristo también este día cubre multitud de pecados.
La plata es maleable pero resistente.
Puede que circunstancias de tu vida deformen tu propósito, un pecado por ejemplo, pero confía porque fiel es Dios que te dará la victoria.
Hermana, este día seamos como plata reluciente, resplandeciente al servicio del Señor. Deja que Cristo resplandezca tu corazón. En Apocalipsis 19:8 dice:
“Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los Santos”
Y en 2 Corintios 4:6 dice:
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”
El Señor les bendiga queridas hermanas.
Corazones transformados por Cristo 