Vasijas de aceite

“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 2 Reyes 4:1-3.

La viuda era una mujer temerosa de Dios qué le planteó al profeta la deuda que su marido le había dejado. El marido era seguidor de Elliseo. Al no  pagar una deuda el acreedor podía tomar de lo que más amaba o más valoraba el deudor. La viuda estaba afligida porque querían tomar a sus hijos a quienes amaba.
Como cristianos podemos ser deudores en la oración, en el servicio, en los diezmos y en muchas otras áreas en las que debemos honrar a Dios y con el tiempo llegan las consecuencias como un acreedor para quitarnos lo que amamos.
Como la viuda podemos ir ante nuestro Dios, ante el profeta mayor que no tiene límite de abundancia y en oración poner delante de Él nuestra necesidad. Declarándole como la viuda  que tenemos una vasija de aceite, una vasija con el Espíritu Santo y la presencia de Dios en nuestra vida.
El Señor da no sólo para una vasija sino para todas aquellas vasijas vacías que estén a disposición que quieran de Él y no dará palabra para detener el proceso de multiplicación porque mientras haya necesidad habrá provisión.
La vasija de aceite es el Cristiano con la presencia de Dios una vasija con el Espíritu Santo que desea ser llenado hasta que rebose y sea de bendición a vasijas vacías para que cada vasija lleve en sí la presencia de Dios.
Hermanas ¿qué hay en su vasija hoy? ¿ es usted una fuente de bendición rebosante de Gracia para el perdido, el enfermo y el necesitado? hermanas ¡que así sea! el Señor viene y necesitamos de él en nuestras vidas para ser arrebatadas porque él un día se tomará así mismo dice Su palabra Juan 14.