“Mirad a mi, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay mas”. Isaías 45:22
Charles Spurgeon, quien fue conocido en la historia como el príncipe de los predicadores, titulo el cual no quiso o bien no le gustaba, por un tiempo vivió con su abuelo, quien tenía una biblioteca donde fortaleció la lectura especialmente con un libro que leyó más de cien veces: ¨El progreso del peregrino¨, fue el libro que cautivó a este niño.
Un joven que creció en un ambiente cristiano, aún así él no lo vio de esa manera. Así también puede pasar y ha pasado en muchos, ya que realmente somos verdaderamente salvos cuando Cristo aparece a nuestro encuentro y tenemos una relación personal con Él.
Un día en plena tormenta de nieve se dirigía a su congregación, pero debido a la caída de la fuerte tormenta de nieve no pudo llegar, por lo que decidió entro a una iglesia que estaba cerca. Debido a la tormenta, el pastor de la Iglesia no pudo asistir, ante esa eventualidad subió a predicar un hombre que antes los ojos de Spurgeon no tenía un buen conocimiento de la Escritura.
Pero las palabras que salieron del predicador que aparentemente no sabía mucho, marcaron la vida Charles Spurgeon, que a sus quince años conoció a Dios verdaderamente. Luego de que el predicador leyera el texto, lo queda mirando y le dice: joven tu vida será miserable mientras no guardes estas palabras en tu corazón, mira a Cristo por sobre todas las cosas, por sobre todos los términos de la tierra y Él estará contigo.
El joven sintió la necesidad de gritar, cantar y decirle a todo el mundo lo que había vivido. Llegó a amar de tal manera a Dios que se empapó de Su Palabra para poder conocer más de Él, anhelaba conocer a Dios y dio todo para que así fuese. Un hombre lleno de oración y que marcó un testimonio en su vida.
Dio frutos a pesar de su corta edad, por que amaba a Dios y sus frutos fueron dignos de Dios. Fue nombrado pastor a sus diecinueve años y al corto tiempo tuvieron que buscar otro lugar ya que su congregación creció grandemente.
Este hombre decía “el mañana es el día de diablo, mas el hoy es el día de Dios, porque hoy es cuando Él quiere llamarte y hoy es cuando él quiere usarte”.
No le importaba de donde era, más bien le importaba que su mensaje llegara a todos. No había decoración en sus mensajes, solamente era Cristo el centro de todo.
¿Cómo esta nuestra vida de oración?
Tus sermones o lo que anuncias, ¿van de la mano con tus hechos y acciones?
¿Crees que tu testimonio está siendo visto por los demás junto con tus hechos, recordándonos a nosotros mismos de que ellos tienen que ver a Cristo reflejado en ti?
Sabemos que es difícil en estos tiempos predicar en cualquier lugar, pero recordemos que nuestro ejemplo debe mostrar a Cristo, ya sea en nuestro trabajo o donde quiera que vamos, Cristo debe ser reflejado en todo.
Recuerde que no adoramos a Charles Spurgeon, si no a Cristo por lo que hizo en su vida.
Corazones transformados por Cristo 