“Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación”.
Apocalipsis 2:18-21
Tiatira era un lugar muy céntrico para el comercio, estaba cerca de Pérgamo a 30 kilómetros. Se dice que Lidia vivía ahí, ella vendía telas de púrpura.
“Yo conozco tus obras”. El Señor reconoce su amor, fe, servicio, y perseverancia. Al contrario que Efeso, le reconoce, que era una iglesia que trabajaba mucho y perseveraba en ellas.
“Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel”. Había algo en Tiatira que no estaba bien. Jezabel es nombrada en Reyes, era esposa de Acab, ella pedia que se levantara muchos altares, sean levantado a Baal, aceptaba niñas hermosas para la prostitución, orgías entre mujeres y también de hombres, todo en nombre de este Dios como ofrenda. Ellos enlazaban el sexo con la fertilidad, en lo humano pero también en la tierra. El Rey Acab que conocía al Dios verdadero participó con ella y los hijos de Israel empezaron hacer esas obras.
Jezabel en el tiempo de esta iglesia posiblemente era una mujer que estaba actuando conforme al espíritu de Jezabel. Seducía a los del pueblo, tenía un corazón desviado, no es que era una profetisa, pero así se hacía llamar o autoproclamó en medio de la Iglesia, enseñaba a los varones.
Seducía a la fornicación a los siervos del Señor. Los seducía, esto es que los cautivaba, ejercería irresistible influencia en el ánimo de las personas, por medio de atractivo físico o moral, en lo intelectual, esta era una arma para ella.
¿Cómo nos influye esta mujer? Cada una de nosotros venimos de Eva, teniendo este espíritu, las obras de la carne siempre están queriendo aparecer, obras de la carne como la lascivia. Más Jesús nos muestra a su luz admirable y podemos resistirlas.
¿Cómo podemos descubrir que Jezabel está actuando en nosotras?
Influenciando en el ánimo de nuestro esposos, hermanos, sutilmente los hacemos sentir mal, les bajamos el ánimo o les subimos con adulaciones. Por ejemplo criticar su forma de vestir, en lugar de ayudarles.
Con la forma como nos vestimos, sabemos que nuestros hermanos son visuales, pero no son sucios, podemos estar haciendo adulterar, con algo demasiado ceñido al cuerpo. Nuestro cuerpo es un arma de seducción. ¿Cuantas veces hemos vestido sin decoro? ¿Cuántos hombres han fornicado con nosotras? Hay que arrepentirse, la iglesia es la asamblea de Dios donde se invoca su nombre.
Coquetas, no importa cuanto tiempo. hay modos que tenemos que no se olvidan, jamás le puede mirar a los ojos a un varón por mucho tiempo. Los gestos hablan, también la sonrisa. Como casadas fuimos creadas para un solo varón, para su deleite.
Otra forma que se manifiesta este espíritu es con la adulación. Nosotras sabemos cómo adular, espíritu de adulación, siempre estamos en peligro, tengamos cuidado.
“…y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón”. El Señor les dice que conoce sus mentes y penetra al corazón y lo que ahí tiene Dios no lo pasa por alto, preguntémonos ¿Cuál es la intención del corazón? ¿Lo que hago es realmente por el Señor? El Adulterio en esta iglesia no solo era físico, era espiritual y mental. La mente constantemente está siendo atacada por dardos del enemigo, es un campo de batalla, si hay algo en la mente lo hay también en el corazón. El Señor tratará duramente a los que adulteran con ella los iba a afligir.
Cuidémonos, este mensaje es para la iglesia también de estos tiempos, peleemos la batalla de la mente con la Palabra, no toleremos ninguna influencia de este espíritu, perseveremos en las obras que hacemos para Dios y más aún; crezcan.
Corazones transformados por Cristo 