Hno Aarón Fuentes
“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. Lucas 15:13
El buen pastor tiene muchas ovejas que dirigir, ellas tienen que ir en sintonía, pero a veces hay ovejitas a las que le gusta adelantarse; corren de las primeras o se adelantan para ir a comer los pastos verdes y cómo se adelanta pisotean el pasto fresco. De la misma manera muchos tratan de ir primero en todo, para recibir la mejor porción, el mejor pago pero este no se da cuenta que muchas veces pisa a los demás. Cuando llegan a tomar agua las ovejas que se adelantan frecuentemente la ensucian porque apresuradamente meten sus patas y las otras ovejas toman agua sucia. El pastor tiene la forma de guiarnos, el sabe la manera y el tiempo en que podemos comer y beber.
Para que la ovejita se ordene y se someta, el Buen Pastor le pone un obstáculo en su pie, le pone alrededor de su pie una piedra de manera que si la ovejita quisiera ser apresurada o quisiera adelantarse a las demás pues le cueste por el peso adicional que arrastra. Pero hay aún ovejitas más obstinadas en adelantarse, en esa osadía y en ese adelantarse se lesionan la patita. La lesión puede durar toda su vida y la ovejita puede llegar a ser coja.
La palabra nos narra de una oveja adelantada, “El hijo pródigo”.
Muchos hijos recibían herencia de sus padres antes que el padre muriera, esto por el deseo del padre para que su hijo se capitalizara. Lo hizo Isaac cuando llamó a Jacob y Esaú y les dio su herencia antes que el muriese.
Pero no pasó lo mismo con el hijo pródigo, este hijo demandó la parte de su herencia a su padre; despilfarró lo que tenía, se fue a lugares lejanos, malgastó, perdió todo lo que tenía y podría haber sido de muchas formas, pero el resultado fue que quedó en total pobreza. Un día contemplando y anhelando aún comer del alimento de los cerdos se volvió en sí, reaccionó y recordó que los criados de su padre tenían de todo en la casa del padre y se arrepintió, fue donde el padre y le dijo “padre he pecado contra el cielo y contra ti”.
¿Cuántas veces nos hemos comportado como este hijo, que teniendo el llamado queremos ejercerlo en el momento? Pensamos tener el camino correcto y el tiempo correcto para andar y vamos en pos de nuestro corazón, un corazón muchas veces perverso.Y caminando con Cristo nos adelantamos en el camino, es el momento cuando pecamos y lloramos por nuestras malas decisiones, por nuestra arrogancia, nos entristecemos, sintiendo ira con nosotros mismos. Decepción con uno mismo que ya no queremos seguir al Señor, un sentimiento de culpa de haberle fallado sin querer aceptar el perdón del Señor, sentirnos indignos de Su amor.
Nos adelantamos tanto que no escuchamos al Señor. ¿Como podríamos avanzar o perdonar si no tenemos comunión con Dios? El Señor nos mira y no nos deja de mirar, nuestro Dios omnipresente.
No hay pecado, no hay error que no nos permita acercarnos con arrepentimiento ante el Señor, buscando en oración sus misericordias.
La oración debe ser una comunicación constante con el Señor, así como cuando llegamos a casa y deseamos conversar con nuestras esposas.
El Señor nos dice:¿Como quieres ser bendecido si no escuchas la voz de Dios? Y escuchándola ¿no eres capaz de acatar Su voz?
Donde esté tu corazón, ahí estarán tus pasos. (Mateo 6:19)
“Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel”, Isaías 52:12.¿Sigues en pos de Cristo o Él va en pos de ti? Siempre nos queremos adelantar al Señor, claro ejemplo es cuando tenemos una petición, rogamos al Señor la respuesta y creemos que El tarda, pero recuerda que el Señor jamás tarda, El actua en el momento exacto. No seamos como la ovejita que se le quiebra la patita por no oir la advertencia del Señor.El Señor no se aleja, El te mira y nunca va a dejar de mirarte, es omnipresente, él es Dios de lejos y él es Dios de cerca, no cambia.
En la palabra también hablan de otros hombres que se precipitaban.
- Abraham no se adelantó en esperar la promesa de Dios, la promesa del hijo, él no se precipitó pero sí lo hizo Sara que tomó a su sierva para que le diese hijo, pero estaba en Abraham la decisión de oír la voz de Dios y no se llegase a la sierva que Sara le dio. Hermano, no nos adelantemos en el camino, andemos en la voluntad de Dios, Él siempre quiere que nos acerquemos a él y busquemos su guía para andar.
- La madre de dos apóstoles se adelantó cuando pidió a nuestro Señor Jesús que pusiera a sus hijos uno a su derecha y otro a su izquierda, el Señor le dice que no es correcto que le pida eso porque esta en el Padre hacerlo.
- El Señor antes de partir le dijo a los apóstoles que esperaran al consolador, al Espíritu Santo, ellos once pensaron que debían elegir un reemplazante de Judas y eligieron a uno, ellos no esperaron el tiempo en que Dios se iba a proveer del apóstol Pablo, ellos se adelantaron.
La palabra dice en Jeremías 6:16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…”
Hermanos, si ya nos alejamos del Señor, preguntemos por la senda antigua; consideremos nuestro caminar, pidamos en nuestro corazón lo que quiere el Señor para nuestras vidas. Él quiere que andemos en Su camino, y si tenemos la piedra en la patita no nos aceleremos. Escuchemos su voz en oración y volvamos a los caminos en los que tendremos paz, dejemos que Cristo tome rienda de nuestras vidas, no esperemos la aflicción para entender. Por más que tratemos, no podemos ayudar a Dios; busquemos el reino de Dios y Su justicia y lo demás será añadido.
Sometámonos a Dios, ante cualquier cosa para poder así resistir al enemigo, para ser guardados y hallados limpios.
David es un ejemplo, una oveja paciente; cuando vino el profeta Samuel y lo ungió el esperó su tiempo y en el tiempo en el camino que esperó fue formado, fue un un rey conforme al corazón de Dios.”Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Mateo 24:13. Hermano persevere, sea constante al caminar en comunión con Jesús
Corazones transformados por Cristo 