Joni Erickson Tada nació el 15 de octubre del año 1949, fue la menor de cuatro hermanos, era muy atlética, pero quedó cuadripléjica tras un accidente a sus 18 años. Estuvo alrededor de un año en el hospital sometiéndose a varias operaciones para mejor su estado.
Ella se preguntaba: “Dios ¿cómo pudiste permitir que esto me sucediera?”. En su corazón crecía el resentimiento, la amargura y la depresión. Aunque ella iba a la iglesia, su relación con Dios era muy superficial antes de su accidente, pero después se refugió en el Señor, al principio; busco un milagro así como el paralítico del estanque de Betesda (Juan 5).
Su enfermedad sacó lo peor de ella.
En una ocasión dijo: Cuando me relajo y descanso en la mano del Señor, sé que tiene Él control de todas las cosas, no es una aceptación a ciegas, es llegar a conocer a Dios, el merece toda mi confianza; aunque soy inconstante y hago trampa yo tengo subidas y bajadas, el Señor es constante y su amor permanece.
Está casada con Kem Tada desde 1982, quién la cuida y permaneció con ella en sus procesos de cáncer uno a los 59 años y otro un poco tiempo después.
Joni considera que ese trato ha sido como exprimir un limón, que saca todo el jugo que posee.
Acepta la enfermedad reconociendo que Dios es Soberano sobre su vida, que la ama mucho y que la sostiene fuertemente en sus manos.
Reconoce que Dios está obrando en su vida para crear gracia y sabiduría a partir del caos del dolor y la desesperación.
Ministración
El testimonio de Joni me ha ayudado a sobrellevar el dolor, he cuestionado diciendo si ella puede, yo también.
El proceso del dolor en el día a día no es fácil pero es un trato de la vida, en gratitud. No se quedó llorando porsu vida. Abrió una organización de ayuda para personas en situaciones difíciles, su nombre es “Joni y sus amigos”.
Las Escrituras dicen:
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, 1° Pedro 1:6-7.
Vivir los procesos para la gloria del Señor es un desafío de todo cristiano, un desafío diario. Cristo el varón de dolores ya lo pasó, pero no es fácil, llevemos el corazón a Jesucristo, no a los que nos aman, perseveremos con fe sabiendo que somos refinadas por fuego. Aceptar las formas del Señor, ese estrujo es para la gloria de Dios, sino no vale la pena.
Aceptar un tumor cerebral, con pérdida de la vista, la inflamación, un proceso duro.
Tremendo el Dios que tenemos, que nos trata como Alfarero pero también como Orfebre, Dios conoce nuestro corazón y sabe que si no pasamos por estos procesos no podríamos agradarle. Que la paz del Espiritu Santo llene nuestros corazones en momentos de dolor, de refinamiento.
Corazones transformados por Cristo 