La novia prepara sus oídos

El Señor ya le abrió los ojos y la boca a la doncella, en este proceso, el Señor quiere que oiga, para esto le abre los oídos. La boca hablará sabiamente si oye palabras sabias, si oye a la Palabra de Dios.

Sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios, en Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” Así que para tener fe, tenemos que oír la Palabra de Dios.

¿Qué es oír?

OIR es: -Percibir una cosa por medio del sentido del oído. – Hacer caso de un consejo o aviso.

Oír la Palabra de Dios es hacer caso de sus consejos, avisos, mandamientos y de la sabiduría que hay en la Palabra de Dios. Oír en griego tiene relación con obedecer. Los oídos son los medios por los cuales recibimos la Palabra de Dios, no solo escuchamos sino obedecemos lo que dice, oímos. Percibimos principalmente con el sentido del oído, pero también se puede leer y con el corazón oírla.

El Señor le abre los oídos a la novia, Él quiere que le oiga.

El Oído

El oído es un órgano corporal que sirve para oír; en el hombre y en los animales superiores es par, se halla situado a ambos lados de la cabeza y consta de

oído externo (u oreja),

oído medio (o caja del tímpano) y

oído interno (o laberinto).

El oído tiene dos funciones muy importantes para andar bien:

1° audición

2° equilibrio

Vamos a ver como el oído con sus tres partes y funciones tiene una gran influencia en el oír la Palabra de Dios, en oír al amado.

El oído externo

El oído externo esta formado por la oreja y el conducto auditivo externo; tiene como función captar el sonido y llevarlo a la parte del oído medio e interno.
Para oír la Palabra y cumpla bien su función, el conducto auditivo debe estar limpio, debe ser una vía libre por donde se perciba el sonido. En el conducto auditivo con frecuencia se llena de cera o cerilla y puede formarse un tapón.

¿Como esta su oído espiritual externo? ¿Está oyendo?¿Tiene cerilla?


En Santiago 1:20 nos dice:“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

Es decir que para recibir la Palabra debemos desechar toda inmundicia, esto es desechar todo lo es pecaminoso. La palabra inmundicia viene de la palabra“rupuria”que proviene de la raíz de la palabra utilizada para cerilla. No es casualidad que de la misma manera que el oído externo se acumula de cera y no puede oír, el pecado se acumule en nuestro oído haciendo que se deje de escuchar la Palabra que habla el Espíritu a nuestras vidas.

¿Está su oído tapado? Los otorrinos para limpiar la cerilla necesitan de agua limpia a chorros, de la misma manera para ser limpios de nuestro pecado necesitamos de las aguas de Cristo para ser limpios. (Efesios 5:26: Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra”).

El pecado acumulado será como un tapón para escuchar la voz del amado, lave sus oídos, purifíquese y busque la santidad, el pecado nos deja inconscientes como muertos, pero el Espíritu vivifica; oigámosle por nuestro propio bien. Lázaro oyó la voz de Cristo y vivió. El se despojó de las telas sobrantes en las que había sido envuelto, él se despojó de la abundancia de la malicia. Despojarse de la abundancia de malicia es despojarse de las obras muertas, de aquello que esta demás, de las voces del enemigo, de las voces del mundo y por supuesto de nuestras voces interiores de inseguridad y malicia.

El viejo Adán está dentro de nosotras sojuzgado por la gracia de Cristo, pero a veces dejamos la gracia a un lado y el viejo Adán habla; no escuchemos esa voz, escuchemos la voz del nuevo Adán, Jesucristo. Vayamos a la Cruz, confesemos cada día nuestros pecados y recibamos la sangre fresca de Cristo que todavía yace sobre el propiciatorio para limpiarnos de todo pecado. Es muy importante oír la Palabra porque nos muestra el camino a la vida eterna. “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Juan 5:39

No podremos oír la palabra de Dios, si no dejamos de lado nuestros propios ideales o si la mente esta llena de ideas del mundo. En Santiago 1:21 dice que la palabra tiene que ser recibida con mansedumbre. Puede que haya leído la palabra muchas veces pero la Palabra de Dios es como el maná para los israelitas, es el alimento fresco que es renovado día tras día. Leámosla como muy necesitados, porque seremos saciados, será el alimento preciso que necesitamos.
Puede que le cueste leer, que el enemigo no le engañe; venga como María a los pies del Señor y oiga Su Palabra.
Reconozcamos la necesidad de oír la Palabra, no depende de la intelectualidad, oírla es independiente incluso de que sepa leerla. En mansedumbre rindamonos, diciendo: “Hágase en mi tu voluntad”, como María lo hizo.


Podemos decir entonces que el oído externo cumplirá su función si está sin cerilla, es decir, sin pecado acumulado ni malicia.


¿Está dispuesto a oír lo que la Palabra le diga?

El oído medio

Cuando el sonido llega al oído medio, llega al tímpano, que comunica el canal auditivo externo con el oído medio, este sella la cavidad del oído medio. El tímpano es el primer encargado de transmitir al cerebro lo que escuchó. Es decir que cuando el sonido llega debe haber una acción. El tímpano debe mandar la señal al cerebro para que este mande la orden a los músculos, las articulaciones y así actúe.
En Santiago 1:22 dice: Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
¿Se imaginan un tímpano que no quiera cumplir su función?
Imagínese escuchar la señal de una sirena de tsunami, pero su cuerpo no se mueva para huir, sería muy malo para usted. Un tímpano roto no podrá mandar la señal correcta, producirá sordera en algún nivel. Si su tímpano está dañado vaya donde el Médico de médicos y pida que no solo le reparen el tímpano sino el corazón, el dolor será sanado y cicatrizado.
Si solo escuchamos la voz del Señor y no le obedecemos, somos como ese timpano roto, estamos escuchando la sirena pero no alcanzaremos salvación.
Es una orden: “sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”. El Señor nos ayude. El Señor no nos demandará de lo que no oímos, sino de lo que si oímos. Tal vez sea un recién convertido o no conoce las profundidades de la Palabra, en la Parábola de los talentos (Mateo 5:15) dice que a cada uno les dio según su capacidad. Tal vez a usted le dio 10 o 5 o 1, lo importante es que lo que oyó es hora de ponerla por obra aunque con 1, no desoiga lo que oyó. En la Palabra puesta en acción es fe, si oyó sobre la salvación: créala, si oyó sobre los diezmos, sobre la familia, ahí tiene mucho para poner por obra. Vaya por el otro talento.

El oído interno

En el oído interno (el laberinto) es donde está el órgano del equilibrio. El equilibrio radica principalmente en una parte llamada vestíbulo, que es el órgano del equilibrio. La función del vestíbulo es registrar los movimientos corporales para ser capaces de mantener el equilibrio, esta formado por tres conductos con forma de anillo, orientados en tres planos diferentes. Los 3 conductos están llenos de fluido que se mueve conforme a los movimientos del propio cuerpo. Además del fluido, estos conductos también contienen miles de fibras pilosas que reaccionan al movimiento del fluido, enviando pequeños impulsos al cerebro. El cerebro los decodifica y utiliza para ayudar al cuerpo a mantener el equilibrio. Si puede oír la Palabra de Dios tiene el fluir del Espíritu.

Cuando el vestíbulo no funciona bien, el fluido no se equilibra puede generar vértigo, que es una sensación de inestabilidad, que puede traer ansiedad, depresión y desequilibrio.

Oír la Palabra podrá mantenernos firmes sin tambalear, estaremos sobre la Roca firme, la Roca eterna e inconmovible,“esperar en Su Palabra eterna es estar fundado sobre piedra en la fuerza inigualable y firme del Señor”, dice una alabanza.
Si su oído interno esta dañado, confíe en la Palabra que oyó de la boca de Dios. Si esta en medio de la tempestad clame al Señor y Él pondrá paz en su corazón. Crea la Palabra. ¿Corre como fluye en su ser la Palabra de Dios?

¿Está meditando en la Palabra?
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. Santiago 1.26
Este verso dice que será feliz si medita en la Palabra.

Seremos sostenidos aquí y en la eternidad si le oímos:

En Apocalipsis 2:11 hay una hermosa promesa:“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda”. Dios tiene tantos atributos que nos pueden hacer vivir confiadamente y en equilibrio, el Señor nos ayude a vivirlos, yo lo necesito. En Su Palabra dice Dios es generoso (Dt 2,7), Dios es impresionante, magnificente (Éxodo 15,11), Dios es capaz (2 Corintios 9;8), Dios es consejero (Salmos 119:24), Dios lo eligió, (Isaías 42:1), Dios es enderezador de veredas (Salmo 40:2), Dios es cumplidor de Promesas (Josué 23:14), Dios es creador (Génesis 1:1) y mucho mas. Si le conoce sabrá quien le ama y podrá vivir confiadamente.

En la Biblia nos habla de un Rey llamado Josías, un rey que reino después de Manasés. Un rey que oyó con un corazón humillado, necesitado, que creyó que las Palabras se pondrían por obra, que no vió su posición de rey sino que vio a Dios Magnificiente.
En 2 Reyes 21, 11 diceY cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgo sus vestidos.”
La Palabra oída como la oyó el rey Josías trae un cambio a quién la oye, la oye de verdad…
los sacerdotes al Consultar a Jehová Dios de Israel le dijo:
por cuanto has oído las palabras del libroy tu corazón se enternecióy te humillaste delante de Jehovácuando OISTE lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores que vendrán a ser asolados y malditosy rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo he OIDO dice JehováPor cuanto yo te recojeré con tus padres y serás llevado al sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar…“ 2 Reyes 22: 18-20”

Si usted va delante del Señor con un corazón arrepentido, humillado, dispuesto a oír, atento a lo que oyó, que medita en lo que oyó de la Palabra, nuestro Padre también nos oirá, no solo escuchara, moverá Su mano, moverá los corazones, Dios hará.

Si nuestros oídos están limpios, sanos, equilibrados y santificados escucharemos la trompeta cuando el Señor.

La Sunamita oyo del amado:
“Levántate, amor mío, hermosa mía, y vámonos” Cantares 2: 10 NBV

¿oye al Amado? ¿ pondrá por obra lo que le dice?

Correo ieclacisterna@gmail.com Horas Reunión domingo 18:30hrs// Reunión de oración: martes 20:00hrs // Clase de Dorcas: miércoles 19:00hrs// Reunión jueves 20:00hrs
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