Cántaro

“La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo “lo que hice. ¿No será el Mesías?. Juan 4:28-29

El cántaro era un vasija grande de barro o metal, angosta de boca, ancha por la barriga y estrecha por el pie, por lo común con una o dos asas. Comúnmente se llevaba sobre la cabeza o el hombro y se usaba para transportar agua. La samaritana no tenía una vida muy honrosa, por eso ella iba a sacar agua del pozo de Jacob a la hora sexta, una hora cuando había un calor abrasador. En ese momento el Señor Jesús le habla de su vida, le descubre su situación. El agua que ella lleva en el cántaro no es suficiente para calmar su sed, ella necesita del agua de la Fuente de Vida que es Cristo. La samaritana necesita que esa agua no sea contaminada en el camino. Es frecuente que la Palabra, el agua mas limpia recibida en el culto se contamine en el cántaro y por el camino. Pueden haber muchas formas de contaminación, por ejemplo: las amarguras que se originan con la familia, el no entender el propósito del Señor en ciertas situaciones.

Queridas hermanas ¿cómo está su cántaro? Tal vez recibe del agua de la cisterna pero se contamina con un problema, por un esposo inconverso, por pensamientos de soledad y cuando llega a su casa la Palabra ya no es tan limpia en el corazón. El  Señor quiere que el agua que tomemos de Él sean aguas que vivifiquen el alma propia y la de los que nos rodean. Determinemos que así sea, no dejemos la tapa del cántaro abierta, no dejemos que el pensamiento nos turbe, Dios nos ama a nosotros con el mismo amor que ama a nuestra familia.

Como la samaritana dejemos el cántaro de las aguas de Jacob para tomar en nuestro corazón del agua de la Fuente de Vida Eterna Jesucristo, corramos a hablar y testificar de Cristo.