Malaquías: “Dios envía a su mensajero”, fue escrito en Jerusalén aproximadamente entre el año 450 al 400 A.C. el libro está dirigido al remanente que salió del cautiverio de Babilonia.
Es un mensaje contra Israel por regresar a los pecados de los tiempos de Hageo y Zacarías, el pueblo si bien cumplía los ritos, los hacía solo por religión, al hacerlo llevaban el cordero de sacrificio según las leyes, pero era el cojo, el defectuoso. Así también cumplían los rituales, pero de manera hipócrita, fingida ofrecían lo peor a Dios para quedarse ellos con lo mejor. Consideraban que cumplir con el corazón era una exigencia, que era mucho, encontraban que Dios era injusto. No había temor de Dios. Entonces habría juicio contra los malvados pero mostrando su gran amor Dios dará esperanza a aquellos que fielmente le amaron.
¿Qué hay detrás de Su Nombre?
El es la promesa Jesucristo, el Sol de Justicia.
“Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo”. Malaquías 4:2
¿Que es la justicia?
Es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.
Ciertamente los malvados tendrán justicia, porque perecerán, vendrá el Señor a los religiosos, a los que no quisieron seguir Su Nombre, habrá juicio para condenación.
¿Cuántas veces ofrecemos al Señor lo defectuoso, con corazones divididos y con faltas de perdón?
Nos saludamos, decimos amarnos, pero hay odio en el corazón. Nos comprometemos con algo pero no lo cumplimos, sin considerar que Dios lo escucho. Cantamos, damos sacrificio de alabanza con el corazón alejado. Caemos en el mismo pecado del pueblo, siendo meramente religiosos.
Dios nos ayude a ser parte del remanente fiel, que el Sol de Justicia nos alumbre como alumbra las quebraduras de las vasijas, muestre nuestras imperfecciones para santificarnos, procesarnos. Nos ayude a llevar ofrenda agradable al Señor y aún serlo nosotros mismos.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. Romanos 12:1. Amén.
Corazones transformados por Cristo 