Orgullo, enfermedad oculta

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“Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos…”, Proverbios 6:16-19.

¿Qué es la altivez? Es arrogancia, soberbia, altanería y orgullo. Estos son abominables para Dios, no es de su agrado. Fue lo primero que encontró en Satanás, este ser que quiso ser igual a Dios, maquinando en su corazón se llevó del cielo una tercera parte de ángeles.

 Del corazón salen las cosas, las miradas altivas con menosprecio. Las personas orgullosas albergan en el corazón amarguras y pensamientos de superioridad sobre y por encima de otros. Es difícil identificar el orgullo en nosotros porque no nos consideramos como tales, estando aún este arraigado en el corazón.

En el libro de Daniel podemos ver al rey Nabucodonosor un siervo usado por Dios, su reino era grande, con hermosos jardines, puertas de oro, era como un árbol frondoso a sus ojos, sin embargo, iba a ser cortado como lo dijo Daniel en el capítulo 4, porque no vio lo que Dios le permitió en su misericordia para ser lo que era. Entonces poniendo sus logros en su corazón hubo altivez en él y fue apartado; estando  entre los animales por un tiempo en la perfección de Dios, entró en un desorden mental, pero se humilló, reconoció a Dios y Él lo levantó.

A lo mejor no somos reinas pero si pensamos que por nosotras suceden cosas, eso es el ego que está en nosotras y es elevado. Pensamos que solo nosotras podemos hacerlo menospreciando al otro, en la arrogancia no queremos dejar a otros. El orgullo es como un cáncer silencioso, lento pero maligno, abominable.

El orgullo destruye familias. Como mujeres nos levantamos mirando el pecado de los otros antes que los nuestros, somos tan egocéntricas, que pensamos que todo lo hacemos bien hablamos con arrogancia, nos engrandecemos porque tenemos una iglesia hermosa, hijos bien portados, por los logros.

Cuando nos enojamos culpamos diciendo ¿Es que tú me llevaste a ira? No, eso es pecado. Esto es semejante a andar entre animales, entre espíritus que atormentan por puertas que nosotras mismas abrimos por nuestro orgullo.

Siendo merecedoras del infierno, lo desechado, lo vil la misericordia de Dios nos ha alcanzo, nos hizo volver en sí para reconocerle como Señor, así como lo hizo con el rey Nabucodonosor. Siempre la mano del Señor es para ayudarnos. Dios nos libre de pecar con orgullo nos ayude a reconocerlo en el corazón y nos ayude a vernos.

Reconozcamos la gracia de Dios, sino fuera por ella ¿dónde estaríamos? Pidamos perdón cuando herimos a nuestros hijos, no pensemos que por ser las mamás los hijos primero deben acercarse a nosotras. Dios nos ayude a ver nuestro corazón sacando todo desorden mental, amarguras por ser altivas y ser sanas en su redil.

Correo ieclacisterna@gmail.com Horas Reunión domingo 18:30hrs// Reunión de oración: martes 20:00hrs // Clase de Dorcas: miércoles 19:00hrs// Reunión jueves 20:00hrs
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