El carácter de los hombres en los postreros días

La venida del Señor se acerca ¿Estás batallando con alguna de estas obras de la carne?

El Señor siempre esta dispuesto a ayudarte y restaurarte.

Aprendemos a no ser implacables y no hablar de nuestros hermanos porque no conocemos cuál es el trato de Dios con ellos. Por más que le ofrendemos al Señor, si tenemos en el corazón y en nuestro hablar calumnias, él no los considera, todo sería en vano.

Hay que aprender a desprendernos de estas cosas que no edifican la palabra es clara, los avaros no entrarán al reino de los cielos, tampoco los vanagloriosos, quienes tiene un alto concepto de si mismos.

La intemperancia y la crueldad nos hacen alejarnos de los propósitos de Dios.

Nuestra falta de temple al hablar, se presta para que otros hablen haciéndolos pecar tambien.

La soberbia hace imposible que se tenga una perspectiva correcta de Dios como también del hombre. Blasfemamos contra Dios con nuestras palabras, con nuestro corazón, en nuestras oraciones, a veces creemos que el Señor no nos puede ayudar, sabiendo que Dios es Soberano y Todopoderoso.

Ser desobedientes a los padres nos trae consecuencias. A los hijos les digo lo que está en Gálatas 6:7 “No os engañéis, Dios no puede ser burlado Pues todo lo que el hombre sembrarse, eso también segará”. No seamos ingratos con nuestros padres.

Es tiempo de buscar a Dios, caminando por el camino trazado por Cristo para entrar por la puerta estrecha, que es Cristo el Señor. Amando lo bueno, siendo leales a quien nos llamo y leales donde estemos.

Como hombres tenemos tanta arrogancia y nosotros que pensamos que podemos solos nos deleitamos en los logros como sepulcros blanqueados. Tanto orgullo y altivez en el corazón que pensamos que las cosas dependen de nosotros y erramos.

Hombres impetuosos son hombres que actúan de forma impulsiva hombres irreflexivos, hombres que quieren que todo se haga según su voluntad, como ellos desean. Esto trae daño. Nuestro Señor Jesucristo nos dijo: “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”.

Siendo hipócritas, hostiles en el trato con nuestros hermanos o en el trabajo, tratar mal a la familia; pedir prestado y no devolver, desear el mal o hablar mal de quienes nos rodean (pastores, hermanos, amigos, esposa, esposo, etc.), somos impíos. Examinémonos y arrepintámonos.

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